miércoles, noviembre 12, 2014

YO QUIERO SER COMO ELLA

Una niña encontró en la calle una bola de carbón, otros habían pasado por alto su presencia, pero ella fue quien la descubrió. La tomó en sus manos y comenzó a trazar a su alrededor una serie de líneas que completaron un gran castillo y mucho más, nada era ilusión todo era muy real. La inspiración tomó a la niña quién sacó a la luz lo mejor de su interior. Muy pronto pasó el tiempo para ella y las luces del día comenzaron a palidecer, así que dejó la bola de carbón en el suelo y corrió feliz a su hogar.
Otros niños pasaron corriendo, gritando y golpeando los tarros de basura, cuando uno de ellos encontró la bola de carbón. La tomó en sus manos e inmediatamente la arrojó directo hacia la lámpara de alumbrado público, y aunque el ruido fue intenso, la dureza de la bola de carbón no fue suficiente para dañarla. La intención se truncó y la bola de carbón cayó al suelo rompiéndose en pedazos. Los niños corrieron lejos temiendo que aquel estruendoso golpe, alertara a algún vecino.
Un vagabundo hambriento, encontró los pedazos de la bola de carbón, los recogió y los llevó al callejón que era su morada. Preparó un tarrito, echó dentro los pedazos y comenzó a prenderlos para calentarse una taza de sopa. Pronto sació el hambre, pero la noche se hacía cada vez más espesa, así que sumó algunos papeles y ramitas para alumbrarse mientras leía chistes e historietas en unos recortes viejos. Más tarde la llama se fue apagando, y el frío de la noche comenzó a ahondar en las calles. El vagabundo se arropó con sus cobijas, acercó la latita con sus manos al pecho y con ese calorcito se fue quedando dormido. Al otro día, un hilo de humo llamó la atención de unos oficinistas que se asomaron a la ventana y siguiendo el camino del humo encontraron con la mirada, los ojos dormidos y el rostro pálido del vagabundo.
Muy pronto llegó una ambulancia y paramédicos para socorrer al vagabundo, que por “hilito” salvó su vida.  Donde una enfermera recogió una latita que en su fondo solo había cenizas, las que se fueron volando en una suave brisa.

Por eso yo quiero ser como la bola de carbón, el mineral más precioso, con su sucia cáscara de tizne inspira y saca lo mejor del artista, con su fragilidad trunca la violencia,  alimenta el alma con su luz y calor, nos da una señal del valor que tiene la vida y cuando su materia se vuelve etérea se sube a cualquier brisa en otro vuelo, ya sin prisa.

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