YO QUIERO SER COMO ELLA
Una niña encontró en la calle una bola de carbón, otros
habían pasado por alto su presencia, pero ella fue quien la descubrió. La tomó
en sus manos y comenzó a trazar a su alrededor una serie de líneas que
completaron un gran castillo y mucho más, nada era ilusión todo era muy real.
La inspiración tomó a la niña quién sacó a la luz lo mejor de su interior. Muy
pronto pasó el tiempo para ella y las luces del día comenzaron a palidecer, así
que dejó la bola de carbón en el suelo y corrió feliz a su hogar.
Otros niños pasaron corriendo, gritando y golpeando los
tarros de basura, cuando uno de ellos encontró la bola de carbón. La tomó en
sus manos e inmediatamente la arrojó directo hacia la lámpara de alumbrado
público, y aunque el ruido fue intenso, la dureza de la bola de carbón no fue
suficiente para dañarla. La intención se truncó y la bola de carbón cayó al
suelo rompiéndose en pedazos. Los niños corrieron lejos temiendo que aquel estruendoso
golpe, alertara a algún vecino.
Un vagabundo hambriento, encontró los pedazos de la bola de
carbón, los recogió y los llevó al callejón que era su morada. Preparó un
tarrito, echó dentro los pedazos y comenzó a prenderlos para calentarse una
taza de sopa. Pronto sació el hambre, pero la noche se hacía cada vez más
espesa, así que sumó algunos papeles y ramitas para alumbrarse mientras leía
chistes e historietas en unos recortes viejos. Más tarde la llama se fue
apagando, y el frío de la noche comenzó a ahondar en las calles. El vagabundo se
arropó con sus cobijas, acercó la latita con sus manos al pecho y con ese
calorcito se fue quedando dormido. Al otro día, un hilo de humo llamó la
atención de unos oficinistas que se asomaron a la ventana y siguiendo el camino
del humo encontraron con la mirada, los ojos dormidos y el rostro pálido del
vagabundo.
Muy pronto llegó una ambulancia y paramédicos para socorrer
al vagabundo, que por “hilito” salvó su vida. Donde una enfermera recogió una latita que en
su fondo solo había cenizas, las que se fueron volando en una suave brisa.
Por eso yo quiero ser como la bola de carbón, el mineral más
precioso, con su sucia cáscara de tizne inspira y saca lo mejor del artista,
con su fragilidad trunca la violencia, alimenta
el alma con su luz y calor, nos da una señal del valor que tiene la vida y
cuando su materia se vuelve etérea se sube a cualquier brisa en otro vuelo, ya
sin prisa.