miércoles, enero 11, 2006

TENEMOS DOS CARAS

En mi abrumadora adolescencia, en esa tortuosa transición de niña a joven yo actuaba diferente en los ámbitos que frecuentaba. En ésta nueva etapa a la que se nace y todavía recuerdo lo doloroso y traumático de ese parto, me sentía como el abogado “Harvey Dent” o “Harvey Dos Caras” el personaje de Batman.

En la escuela no hablaba, no me gustaba participar de las clases, estudiaba poco (solo aquello que me interesaba) y no tenia ningún amigo dentro de la escuela.

Todo el mundo había construido una imagen errónea de mi. No era culpa de ellos, es que yo no opinaba acerca de nada, a pesar de elaborar extensos y complejos discursos acerca del mas insignificante tema. Que nunca fueron verbalizados.

También se sorprendían de mis escuetas y efímeras participaciones, donde parecía que en algún momento tenia un “raptus” de lucidez y en ese momento todos enmudecían. Por lo que allí terminaba mi exposición. O también me gané el tilde de “defensora de pobres y ausentes”.

Es que yo me identificaba con lo no popular, con la masa marginada por diversas circunstancias, ya sean estéticas o intelectuales.

En fin, todos en el cole conocían esa cara pero nunca les había mostrado a la chica fuera de ese ámbito. Esa chica que hacia diferentes actividades deportivas como Tae-Kwon-Do donde iba a descargar contra un “pad” todas las tensiones escolares. O la que todos los fines de semana practicaba Vuelo a Vela y cuando estaba en el planeador en la soledad y silencio del eterno cielo pensaba, no quiero bajar y me sentia a salvo de todo lo que me esperaba abajo. Estas actividades netamente masculinas eran para ocultar y no empeorar la ya magullada imagen que tenia.

Por supuesto tampoco nadie conoció a la autodidacta que escribía cuentos fantásticos, armaba sonetos, pintaba en óleos, acrílicos y acuarelas o a la que arreglaba electrónica o instalaba y amuraba su spot de luz sobre su cama.

Esta crisis de personalidad desde que era muy joven, estas “Dos Caras” me llevaron a la identificación con una chica callada, juiciosa, casi sin luces por un lado y por el otro a la manifestación de una mente permanentemente abierta, permeable, ágil y dinámica.

La comparación con personajes de dibujos animados de ficción no es casual. Todavía no puedo dejar de ver sin “alienarme” abstraerme del mundo real cuando veo dibujos animados. Esa debe ser una señal de que todavía no nací a la adultez y que todavía sigo sufriendo y pariendo mi adulto al que me niego a aceptar.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Cómo has cambiado, baby!
Ahora hay que decirte que pares de hablarrrrrr, te prendés en tooooodas, sabés un "toco" y no te faltan amigos por ningún lado!!!

1/12/2006 11:46 a. m.  

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