CAMBIA, TODO CAMBIA
Hoy regresé de mi última ida, y encuentre la situación poco parecida a la de mi anterior ida a la que hoy es mi vuelta.
Les cuento un poco de mi itinerante y cíclica vida.
Cuando me fui de Tres Arroyos a estudiar a La Plata yo tenia 17 años. Todo era excelente, nueva casa, nueva ciudad, nueva vida.
Al año siguiente mis padres se fueron a vivir a La Plata, todo era diferentemente excelente, nueva casa, nueva vida. De allí en mas mis vueltas a Tres Arroyos fueron distintas, mi sabor a localía estaba en La Plata y Tres Arroyos olía a visita. Mi ciudad de residencia era La Plata y sentía que esa era mi nueva y definitiva identidad, yo era platense. Después de 13 años de amasar mi identificación regresé a Tres Arroyos, nunca ni el mismo día de partida a mis tiernos 17 añitos, planee, añoré o imaginé mi regreso. Debí habérmelo imaginado, aunque sea para predecir situaciones, anticipar reacciones o preparar la piel para el pinchazo. Pero no fue así, y el pinchazo fue tan repentino, agudo y profundo como nunca me lo imaginé.
Pero como un pinchazo también, una vez superado el dolor inicial ya no se siente la aguja incrustada ni el suministro de la medicina que va a sanarte.
Apenas llegué a Tres Arroyos lo imaginé como con el plan que vine, de trabajo de tránsito. Pero mi nuevo hogar de tránsito se tornó permanente y mi imaginario del retorno a La Plata ha cambiado por completo, sobre todo desde mi reciente regreso desde la que había sido mi primer ida.
Es muy simple lo que pienso y es muy lógico. La que era mi casa ya no lo es, mis hermanas no viven bajo el mismo techo, mis amigos están casados, con hijos o casados o con hijos, o ya no están. La facultad, que era el punto en común con todos, ya no es común a ninguno y todo, absolutamente todo cambió.
Yo me fui de Tres Arroyos una semanita a pasar mi cumpleaños a La Plata, pero los 31 me agarraron “sola”, en la misma casa que habitaba cuando residía allá que ya no es mía, en cama, con fiebre y angina. No creo que haya sido casual que la mañana del 20 de abril de 2006 me alcanzara en esa situación. Es que creo que fue ese mismo día que yo caí de cuentas que la situación había cambiado, que el lugar que creía mi hogar era un verdadero hogar de tránsito y que el lugar que yo creía de tránsito es mi verdadero hogar, por lo menos por ahora.
Y todo esto me hizo remover y recordar lo que sentí en julio del 1994. Es que durante el primer año yo iba a Tres Arroyos de visita a ver a mis padres, pero cuando mis padres se fueron a vivir a La Plata y yo volvía de mi primer estancia en la casa de mi amiga Sole, en Tres Arroyos fue que caí de cuentas que Tres Arroyos ya no era definitivamente de mi pertenencia.
Hoy otra vez comienzo a reconstruir mi identidad actual, admito que soy una mina reticente al cambio de situaciones, pero hoy entiendo que es imposible resistirse y de alguna manera de eso se trata la vida, nada permanece definitivamente, cambia, todo cambia.