![](http://photos1.blogger.com/blogger/5000/1582/200/Mary-Poppins.jpg)
A veces suele decirse que el viento del norte es el que te cambia el humor, el llamado viento de los locos. Pero esto no es así, cualquier viento que sea intenso y sostenido termina por agobiarte y enloquecerte.
Hoy me sucedió, que justo cuando me disponía a salir de casa comenzó a llover. No podía esperar a que mermara la lluvia puesto que tenía un compromiso ineludible con cierto horario estimativo que cumplir.
Las remiserías tenían por lo menos 20 min. de demora así que decidí estrenar mi nuevo paraguas (regalo de reyes) y salí.
Ni bien salí de casa e intenté abrirlo una ráfaga de viento me lo embolsó y no salí volando como Mary Poppins gracias al anclaje o lastre que poseo.
Llegué a la esquina y el paraguas, que sirve para parar el agua, como su nombre lo indica, se transformó en un frente de resistencia al viento, con el cual me hacía reparo, pero la fuerza que tenia que hacer dificultaba el avance.
Para protegerme tuve que bajar e inclinar el paraguas lo que no me permitía ver hacia delante. Allí recordé lo útil que me hubiera sido un paraguas de “nylon cristal” que tenia cuando era pequeña, y me puse a pensar porqué no hacían los paraguas de varillas flexibles o con materiales con “memoria” (de esos que vuelven a su estado inicial) etc. etc. etc. Estaba pensando en todo eso cuando presentí que estaba llegando a la esquina, así que levanté mi paraguas para ver por dónde iba y en ese preciso instante que levanto mi cabeza piso una baldosa floja que escupe un barro líquido, se cuela bajo mi ropa y me ensucia de la rodilla hasta los pies.
Frené abruptamente y cuando me di cuenta que la mancha era indisimulable seguí caminando como si ya nada me importara, diciéndome a mi misma… “y bueno van a saber entender”.
Entre patinadas, saltos de charcos y pies de punta cual si fuera una bailarina clásica llegué a la plaza. Allí las gotas de agua parecían haber comido cebo de engorde, y mientras los árboles se sacudían el agua como perro mojado, el viento las empujaba y aceleraba chocándolas contra mi y mi paraguas como perdigonadas.
Al llegar a la mitad de la plaza los frentes de ataque eran varios y con mi paraguas, que ahora lo utilizaba como arma de defensa, daba estocadas y paradas en todos los frentes.
Pronto me metí en calles mas cerradas y resguardadas hasta que pude llegar a destino no sana pero ya a salvo.
Un viento fuerte puede volver loco a cualquiera y la gente de Tres Arroyos es la muestra de lo que digo.
El viento te cala el cuerpo, te desgasta perversamente como una tortura oriental. Te enrudece y así forjamos nuestro carácter.
1 Comments:
Vientoooo... dileee a la lllluuuuuuuviaaaa... que la Georgi va a salir!!! (y con su paraguas con "guardita"... repaquetón, gordi!)
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